miércoles, 2 de octubre de 2013

Hacia la vida

Hacia la vida
La larga escalera directa de la calle a casa. El parque y el día lluvioso. La contraesquina y los granaderos. El alboroto. El día lleno de soldados, la noche oscura y la esperanza muerta.  Las palabras que se van enlazando en fantasías de mis días de niña.
Los jóvenes entran corriendo y se refugian en los tinacos.  La rústica imprenta en un rincón tratando no ser vista. Los volantes. Las pruebas. El temor y al mismo tiempo el deseo de ser útil. Los niños pequeños y la situación de emergencia de esos estudiantes que buscaron refugio.  
Las voces entremezcladas siguen resonando, la angustia y la emergencia. Se quedaron varios días en casa. Se quedaron todos estos años en mi recuerdo. He llorado muchas veces por su suerte ¡No sé qué ha sido de ellos! Hoy ya no lloro, les agradezco por aquello que les aprendí.

Hay cosas que siguen sucediendo en el mundo. Las revueltas políticas zarandean mi alma siempre como en aquel tiempo. La impotencia se revela ante mis ojos como la prueba de mi vulnerable existencia y la desgarrada realidad del desamparo humano. Ojos que miran y pies que no huyen tornados en movimiento que ondula un puente. 

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