martes, 1 de octubre de 2013

La sirena

El sonido de la ambulancia, el paso que solicita en su andar apresurado, la luz roja del semáforo, los sordos que no se inmutan ante la sirena.  La sirena.
Me encuentro tocando el claxon, como gimiendo para que dejen pasar a la ambulancia.  Algo se desató en mi interior. Un recuerdo. Siempre pasa.
Hoy ha sido un día particular, un recuerdo del hermano muerto me despertó en la madrugada. No pasa nada, le doy un saludo y me acurruco.
La sirena y los que no dejan pasar a la ambulancia me traen un recuerdo también. Mi hermano, en un sitio alterno en otro tiempo y en otro espacio, en una ambulancia llenando el espacio con la sirena, ese espacio que nunca dio lugar a su voz, a su lamento dolorido de pena de vida sostenida apenas por unas muletillas para el alma.
Se acerca la sirena y a mi lado va cuando recuerdo a mi hermano muerto.  Le dije adiós años ha y no pudo responderme... por eso es que tal vez yo imagine que retorna su recuerdo y lloro cuando la sirena gime como el lamento moribundo de un enfermo.
En la guardería sostenía su mano, guardaba sus confidencias, secaba sus lágrimas, le prometía que no le dejaría solo. Ahora estamos solos.
Pasó la ambulancia, dejé de escuchar la sirena.

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