A veces
creo que el cuenco de tus manos contiene algo secreto que tienes guardado para
mí. Mis ojos lo buscan sin cesar cuando
hablas, mientras haces gestos, cuando partes el pan o buscas las llaves,
cuando tomas la flor para mostrar y convidarme la fragancia. Siempre te sigue
mi mirada... Impotente ante tu impasible nada.
Nada.
No hay nada.
El
vacío de tus manos contrasta con la luz de esa mirada que te entrego
deslumbrada. No son tus manos, no es tu vacío es que la vida es así, nada para
seguir buscando, nada.
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