martes, 29 de octubre de 2013

La hormiga de antenoche

La osada hormiga que se metió la antesala del sueño.
De tu sueño y absurda imaginó que dormías o que tal vez te hallabas meditabunda.
Sintió tu latido, surcando la seda que tu piel concibe con brillo de nácar, ahondando su paso despatarrado en los surcos que se forman en tu ombligo en el cual podría caer como en vorágine.
Tal vez no se percató de que tan inquieta tú estabas, trocando sueños en cuentos y canciones en corderos, saboreando con anticipo la maravilla de la excursión vespertina al siguiente día.
Quizá no, quizá -pensaba-  lo que hacías era tan solo imaginar arañas que vendrían en el cuento del próximo día con sus historias absurdas de pan y un convite de mermelada de naranja.
En fin, me equivoco -dijo ella-  y en mis entendederas sólo acierto a decir tonterías.
Pero yo creo que estabas próxima a otro portal de sueños, sin hallar asidero en la anatomía sino cuestionando el sinsentido de la locura y los días.

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