viernes, 11 de octubre de 2013

Entre cuentas y cuentos, cuento Una historia resguardada.

Dicen por ahí que las historias son como cuentos, yo creo que existen de cuentos a cuentos y en eso las historias tienen otros acentos.  

Para no hacerme cargo de los cuentos, me puse a hacer cuentas... y cuentas de otros.  Las cuentas dan resultados que tienen que ser exactos. No hay pierde. Pero eso sí, también en mi hacer cuentas, me obligué a que los balances debían salir en ceros.

Y lo lograba, balancear las cuentas ajenas; sin embargo,  en las noches,  los fantasmas de mis cuentos visitaban mis sueños, disfrazados, coloridos y pavoridos, deslizándose en las celdas de las cuentas, para hacer estragos, atragantarse con mis fantasías e hilar vientos que me aventaban lejos. 

Entonces algo sucedía y el balance era distorsionado, algo de la fórmula fallaba y en el resultado no había ceros. Negativo siempre engrandecido, siempre en deuda, siempre a colación el fantasma del cuento.

De los cuentos he intentado dar cuenta para dejar de hacer cuentas que no me salen...pero, tampoco los cuentos. Las historias narran los aciertos y desaciertos, la vida y la muerte, la razón y el deseo, la pasión y la mortífera acuciante y tenebrosa palabra que resguardamos, que celosamente guardamos como un secreto pero que nos narra en el día a día aun en ese encierro

Así que cuentos cuento, cuento en cuentas  e historias lleno, mías, por cierto, de días de aciago, de descontento, de vivos soles o fríos de muerto.  Tal vez oscuras o sin aliento, pero no admiten ningún recuento ni réplica.  Cualquier intento será violento. 

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